miércoles, 19 de abril de 2017

Interruptus - Josemaría Camacho






Interruptus (Luzzeta, 2016) es la primera novela de Josemaría Camacho. Está bella edición de tapa dura contiene más de trescientas páginas, está dividida en dos partes (cada una con un protagonista diferente) y consta de diez capítulos.

Esta historia se desarrolla a través de un narrador omnisciente y en un escenario real —la ciudad de Córdoba, en Veracruz— donde la «casualidad» («Una especie de maldición metafísica —o quizá simplemente la manifestación del destino imponiéndose a las voluntades de forma violenta») tiene un papel fundamental.

El autor analiza cuestiones esenciales para el ser humano e interconecta situaciones, hechos y personajes de manera meticulosa, entrelaza momentos clave que son revelados en el instante preciso y que demuestran que esta obra fue creada a conciencia. Estos vasos comunicantes se encuentran a lo largo de toda la novela, y reflejan una de las especulaciones del autor que es trascendente y del todo acertada: «Todos somos, en algún sentido y de alguna manera, personajes en las historias de los demás».

Camacho nos ofrece aquí la increíble y extrañísima posibilidad de que sus personajes cobren vida de una página a la otra. Otra de sus características particulares es que éstos son tan completos, tan auténticos y reales, que fácilmente podrían ser considerados personas. La siguiente aseveración del autor sobre la sutil diferencia entre estas dos palabras clave es muy acertada: «Para pasar de ser un simple personaje a ser una persona, hay que soltar ese ‘je’ que está al final de la palabra y que, probablemente no por coincidencia, es también la onomatopeya de una risa breve, de esas que se sueltan cuando se entiende un chiste y no cuando hace gracia». Un personaje es, entonces, un intento de persona, un remedo soso de ser humano pero que, en el mejor de los casos, incluso supera al original, y eso es precisamente lo que sucede en Interruptus.

El autor refleja a través de su narrativa su formación filosófica, misma que es la base de esta novela. Doctrinas filosóficas como el determinismo —negar la libertad de la voluntad: «todo está escrito» (pero, ¿dónde?, pregunta el autor)— y el estoicismo —dominio de las pasiones mediante la virtud y la razón— son intercaladas en esta obra con verdades contundentes y reflexiones sinceras y directas —«Las personas que más comúnmente sienten terror frente a la muerte son aquellas que más se hacen daño durante la vida»— entretejidas a su vez con traiciones y corrupción, con la codicia, la superficialidad y el egoísmo que invade de una u otra forma el alma de todos los habitantes de esta versión de Córdoba. Camacho logra unificar erotismo, placer, dramatismo y argumentos existenciales con la tensión y estructura de su narrativa.

En la presentación de la novela el pasado 26 de enero, el autor mencionó que la índole autorreferencial de su obra no era algo original en la literatura. Tiene razón: al respecto, el ejemplo más popular es Niebla, de Miguel de Unamuno, pero en Interruptus es claro que existe una apropiación y expresión personal que configura todo lo ya existente para dar paso a la originalidad. A través de la metaficción a la que recurre Camacho, conocemos los mecanismos de su narrativa, sirva la siguiente frase como ejemplo: «Lo que el lector ignora es el combustible de la lectura; lo que conoce, el motor». El autor no utiliza este recurso como justificación, sino como un proceso que lo ayuda a comprender su labor como escritor.

Interrumptus es una fusión única de novela policiaca, filosofía, erotismo y metatextualidad dentro de un contexto sociopolítico mexicano y sus implicaciones ilícitas como la corrupción, todo ello reflejado a través de la prepotencia, la soberbia y el nepotismo.

Otro detalle singular y atinado en esta novela es la importancia que Camacho le otorga a la observación, a lo visual: «Siempre estaba dispuesto a observar», «La imperiosa necesidad de mirar y mirar hacia fuera y hacia dentro». Autores como Miguel de Cervantes, Alejandro Dumas, Edgar Allan Poe y J. R. R. Tolkien expresaron ya la gran importancia de la percepción visual dentro de la creación literaria.

En el artículo «Una definición de la novela en 30 voces de la generación inexistente», publicado en el sitio web de Literal Magazine en febrero de este año, Jaime Mesa reúne los comentarios de treinta escritores mexicanos de la década de los setenta sobre qué es la novela. En el artículo, Bernardo Esquinca declaró que «a los novelistas se les debe juzgar por los cuentos que escriben. Porque cualquiera escribe novela, pero relato no», mientras que Pablo Raphael dijo que la novela es un «documento que sirve para simular la inmortalidad, inventar la verdad tensionando a los opuestos, tramar el futuro, comprender la belleza y el horror y, en ocasiones, vaciar las frustraciones en forma ordenada y textual».

Si se juzgara a Camacho por sus relatos, como lo recomienda Esquinca en el artículo mencionado, saldría muy bien librado: el autor cuenta con tres excelentes libros de cuento publicados, uno de ellos es Los que hablan a gritos (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2015). En cuanto a la aseveración de Raphael, Interruptus sería un instrumento que tiene como cualidad, entre varias otras, ayudar a ampliar el pensamiento crítico.

Justo a la mitad del libro, en las dos partes del capítulo VII, una revelación se presenta: es realmente el lector quien le da vida a los personajes, pero éste es a su vez se ha convertido en personaje. El lector se ha transformado en el sujeto de prueba del autor. Este giro argumental altera la percepción de la novela y del concepto de ficción, lo que aumenta la incertidumbre en la trama. Interruptus es un reto que ofrece varias lecturas y planos narrativos. Es un llamado a la autorreflexión y al cuestionamiento de la propia existencia.

Aunque el autor se refiere con la siguiente frase a un prostíbulo del que el primer protagonista es un cliente asiduo, en realidad la sentencia aplicaría perfectamente para cualquier sitio ubicado en el planeta tierra: «El lugar entero es un teatro catártico con un elenco enorme».

El autor se pregunta, en la parte final del libro, si ha logrado «un volumen más o menos conciso, más o menos coherente, más o menos bello». Yo respondo que sí a todo eso y aún más: este volumen es original y sorpresivo, esclarecedor y profundo.


Éstas son algunas interrogantes que quedan en el aire tras la lectura de Interruptus: ¿qué pasaría si repentinamente el lector se encontrara dentro del libro que está leyendo y no precisamente como un personaje, sino como lo que es, un lector? ¿Cómo reaccionaría si cada suceso de su vida se imprimiera conforme va ocurriendo, letra por letra y detalladamente en cada página del libro? Y la cuestión más importante de todas, pues las páginas no son infinitas: ¿cómo acabará su historia, su vida?

            El libro está a la venta en la tienda en línea de la editorial.

            Para finalizar, transcribo algunas de las mejores frases del libro:

«La vida a partir de un patrón de manchas sobre láminas negras. La vida en blanco y negro, en escala de grises.» p. 5

«Las personas que más comúnmente sienten terror frente a la muerte son aquellas que más se hacen daño durante la vida.» p. 16

«Será que la fragilidad se deja sentir siempre cuando uno está solo o que la soledad acentúa el sentido de ingravidez anímica.» Ibídem

«Después se había sentido culpable de no sufrir tanto. Y entonces comenzó a sufrir. Ya habían pasado quince años. Ya había pasado mucho olvido.» p. 23

«Apuraba los tragos olvidándose de la depresión que le causaba amanecer con resabios de alcohol en la lengua.» p. 27

«No poder, no estar, no ser, las tres negaciones básicas de la realidad humana.» p. 34

«Estaba escuchando con ganas de que las cosas se pusieran peor a cada palabra, queriendo oír una sentencia definitiva, una toma de acción.» p. 35

«La esperanza, como siempre que hay tiempo de sobra para reflexionar, se había reducido hasta la insignificancia.» p. 44

«Una inestabilidad vital que no podía detener, una vibración nerviosa de corte existencial.» p. 58

«Una especie de maldición metafísica –o quizá simplemente la manifestación del destino imponiéndose a las voluntades de forma violenta.» p. 65

«Algunos piensan que la avaricia es provocada por la riqueza, pero la realidad es al revés: la riqueza es el efecto.» p. 73

«Una pregunta íntima confinada, como casi todas las preguntas íntimas, a una única respuesta correcta.» p. 75

«A esa gente no se le puede dar la espalda, pensó, porque entonces se sienten más cómodos para atacar.» p. 78

«La realidad era una esfera bofa que tendía a perder su redondez con el movimiento de cada uno de sus elementos.» p .82

«Las cosas le pasaban así, en una sucesión veloz. Raramente era él quien le pasaba a las cosas.» p. 83

«A los amigos hay que prolongarles sus estados de placidez, que para eso es que se juntan con nosotros.» p. 87

«Por las noches quedaba claro por qué les llamaban pacientes a los enfermos. Su convalecencia se reducía a una espera comúnmente infructuosa.» p. 93

Como todo lo fabricado por el hombre, el gesto, los pasos y el mundo mismo estaban condenados a desaparecer.» p. 96

«El segundo sentimiento que suele generar el llanto ajeno, después de la simpatía, es la vergüenza ajena.» p. 99

«Casi como regla general, las decisiones más importantes de la vida suelen tomarse de manera inconsciente.» p. 107

«Entregarse a la tristeza es siempre un bálsamo para el alma, una confrontación con las dudas de la existencia, un renacer del fuego de la vida en la piel y por debajo de ella.» p. 112

«Trataba de salir de una farsa para entrar en otra más llevadera.» p. 114

«Su presente estaba siendo saboteado por su futuro.» p. 134

«Aguardaba el momento preciso para decir entiendo, Pero no entendía. El clamor de la verdad era demasiado extenso, demasiado triste. Era cegador.» p. 136

«Algún día, pensaba Agustín, como decían siempre los intrépidos y los estúpidos, me reiré de todo esto.» p. 146

«La culpa es de los que actúan con voluntad y siempre corre el peligro de diluirse bajo una tormenta de registro histórico.» p. 150

«Prefiere regodearse en la mera posibilidad antes que llegar a una conclusión racional que pervierta el juego de sus fantasías.» p. 155

«La expectativa comienza a declinar dando paso al presente, que siempre es menos intenso.» p. 160

«Es imposible que se trate de una broma. Es algo mucho peor.» p. 198

«El odio es el sentimiento más potente, pero también el más errático y, por ende, el más desconocido.» p. 220

«De coincidencias aparatosas lo mejor es huir: siempre son augurios terribles, falsos contactos, cortocircuitos en la sinapsis externa de la realidad, en los engranajes de la historia.» p. 242


«Todos somos, en algún sentido y de alguna manera, personajes en las historias de los demás.» p. 274

No hay comentarios:

Publicar un comentario