miércoles, 14 de mayo de 2014

El último intento - Mariel Iribe Zenil




El último intento (Fondo Editorial Tierra Adentro, 2013) de Mariel Iribe Zenil (escritora mexicana, 1983) es una compilación de nueve cuentos y el primer libro publicado de la autora. Algunos de sus relatos ya han aparecido en cuatro antologías y fue becaria del Fondo Estatal para la Cultura y las Artes de Sinaloa.

El último intento describe, a través de una narrativa intimista y de una atmósfera familiar (que lo mismo se desarrolla en lo rural que en lo urbano), todos esos pequeños esfuerzos diarios por mantener una relación que se sabe perdida y desgastada por la vida misma, por la simple interacción de dos existencias opuestas que se obstinan en permanecer juntas: (...) se habían unido hasta que la muerte, si podía, les hiciera el favor de separarlos (...).

La mayoría de los cuentos están narrados en tercera persona, pero descubrí, con asombro, que es en la narración en primera persona donde Iribe se expresa con mayor fuerza y donde los acontecimientos son más brutales y espontáneos. Giros inesperados en las tramas que llevan a finales imprevistos son un común denominador que, junto con algunos secretos atroces, coadyuvan a dotar de vida y sensibilidad a estas historias a través del imaginario.

Estos relatos reflejan el tiempo y las palabras que han sido tragadas, todos esos sentimientos enmarañados que crean redes insalvables que retienen la felicidad y terminan por convertirse en amargura y aflicción, en impulsos homicidas y pensamientos criminales de los que nadie está exento.

Tres de los cuentos más fascinantes son El último intento, Cine Veracruz y La tía Inés.

El último intento refleja las manías que, con el paso del tiempo y de los años, merman la relación. Expone obsesiones, comportamientos repetitivos y obsesivos que a su vez generan otros y transforman al que observa. El último intento es entonces la tentativa final por encontrar una solución, por fatal que ésta pueda ser.

Cine Veracruz describe la vida de una anciana que sufre de Alzheimer (tema que me apasiona) pero que aún tiene episodios con plena consciencia de sí misma y la enfermedad que la aqueja, reconociendo sus limitaciones y viviendo del recuerdo, ese lugar atrofiado al que no siempre puede regresar, al que se aferra con ciertas reminiscencias que le dicen quién fue, que aún guardan claves de aquello que ha sido su existencia y a las que se empecina infantilmente al tiempo que afirma: (...) los años se han llevado mi memoria.

En La tía Inés, descubrimos la historia de ciertas mujeres de una particular familia a través del testimonio de una de ellas. Una confesión detallada sumergida en erotismo, picardía y diversas actividades sexuales como el voyeurismo y el exhibicionismo, que nos hacen volver a la adolescencia de la protagonista y al precipitado debut en su vida sexual, al tiempo que revela otras intimidades que inclusive, en ciertos aspectos, recuerdan a la historia de “Las Poquianchis”.

El juego demuestra el trasfondo donde es mejor esconder ciertas verdades, gustos o afinidades para evitar cualquier tipo de conflicto con otra persona: ese trasfondo de donde cuestiones complicadas sólo asoman a través de ciertas artimañas y manipulaciones perspicaces que poco a poco demuestran sus razones ocultas reales.

Podría fácilmente aducirse que los personajes de Iribe sufren de psicosis, pero en realidad sufren la existencia, sufren todo un sin fin de emociones con los que hemos sido dotados, padecen los mismos terrores de toda la humanidad y son atormentados por fantasmas ancestrales que terminan por convencerlos de que este mundo es un gran sin sentido que inútil y maniáticamente tratamos de ordenar para dotar de algún significado. Porque el ser humano necesita explicaciones, razonamientos lógicos para poder funcionar: leer a Iribe es llegar a una puesta en escena donde se muestra lo paradójico del asunto.

Iribe deja claro que la comunicación por el lenguaje corporal es mucho más efectivo que la palabra, que los pensamientos tienen una voz más alta y fuerte que los vocablos y que los trastornos de personalidad son más comunes de lo que creemos. Paranoia, temores irracionales, pánico e imaginadas realidades paralelas confluyen en todas las oportunidades finales que se otorgan a otra persona; incesantes pensamientos trágicos de los que no se puede huir...

Para finalizar, transcribo unos párrafos de la entrevista realizada por Joel Flores a Mariel Iribe, que se publicó en el suplemento cultural La gualdra, de La Jornada Zacatecas, aquí el enlace completo en el blog del escritor.

JF.- La mayoría de las historias de El último intento son anticlimáticas:
dos personajes urden su propia trampa que termina resuelta
o complicada por un final suspendido o abierto,
que genera ambigüedad, una interrogante para el lector. ¿Cómo concibes el cuento?

MIZ.- Siempre he creído que el cuento es un breve instante en la vida de las personas.
Un instante que guarda cierta magia y algo oscuro que puede o no revelarse al final.
Siempre que escribo o que estoy pensando en una idea que me da vueltas en la cabeza,
no puedo evitar pensar en la teoría de Hemingway, en la que compara este género con un iceberg.
En el cuento solo se revela de manera parcial la vida de una persona,
y todo lo que está debajo lo sabe el autor, pero no lo revela.
Y ahí, en esa línea tan delgada en donde se establece el límite de lo que se dice y lo que no,
está el arte o la habilidad para construir un cuento.


Portada del suplemento 'La gualdra' No.144 de La Jornada Zacatecas.


El último intento está a la venta en las librerías EDUCAL y Gandhi.

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