martes, 7 de mayo de 2013

Escritores suicidas – Héctor Gamboa








Reseña personal: Escritores suicidas de Héctor Gamboa (abogado, periodista y escritor de Nayarit, México, 1934-2010) fue publicado con el título Antología de literatos suicidas en 1985 y reeditado en 2001 por Editorial Nueva Imagen.

En cuanto al autor, se licenció como abogado por la UNAM y fue funcionario de gobierno en varias ocasiones,  destacó en el periodismo y publicó diversos relatos, ensayos y novelas, siendo su último libro una autobiografía (Yo, Aztlán, 2007).  Fue coordinador en la Editorial La Rosa blindada (donde publicó varios de sus libros) y colaboró ampliamente en diversos medios locales y nacionales.

Después del prólogo, que es una especie de justificación bastante sucinta sobre la temática del libro, el primer capitulo, Los estudiosos, expone diferentes argumentos basados en investigaciones y debidamente fundamentados para esclarecer en lo posible el interés del autor sobre el suicidio, mencionando algunos autores y obras referenciales como Sigmund Freud, Émile Durkheim, H. G. Morgan, Of suicide de David Hume o Las cuitas del joven Werther de Goethe.

En reseñas anteriores he hablado sobre el suicidio sin dar juicios de valor (en la medida posible), por lo que estaría de más volver a comentar lo que ya he dicho. Sólo puedo reiterar mi interés por esta acción en particular y me parece de lo más acertado que el autor de la obra decidiera colocar una especie de introducción sobre el tema, retomando diversos puntos de vista conforme a distintos contextos sociales.

No es un secreto que a las personas con algún tipo de vocación artística (específicamente los escritores, en este caso) se les asocie con trastornos mentales o desórdenes maniaco-depresivos, hecho comprobado científicamente y no sólo sustentado por los clichés que definen al escritor como ‘un ser torturado por demonios internos o una vida llena de decepciones, solitario y trastornado’, que sí los hubo/hay/habrá, pero que incluso por eso mismo pueden ahondar más en su imaginario, creatividad o intelecto, sin predisponer su vida al fracaso o a contemplar al suicidio como la única salida.

En cuanto a la comprobación científica, me refiero específicamente a la labor que realizaron hace algunos meses los investigadores del Instituto Karolinska, de Suecia, la Universidad Médica más grande a nivel mundial, quienes al realizar estudios neurológicos a más de un millón de personas con algún trastorno mental (como ansiedad, esquizofrenia, bipolaridad, depresión o paranoia), encontraron vínculos con diversas aptitudes artísticas; específicamente en aquellos pacientes con bipolaridad, descubriendo también que los pacientes con historial familiar de bipolaridad o esquizofrenia tendían a desarrollar mucho más su creatividad. Los resultados, en el campo de los escritores, fueron contundentes: presentaron aproximadamente el doble de posibilidad de cometer suicidio que el resto de las personas.

El libro cuenta con un total de 27 escritores vinculados por el acto del suicidio, de los cuales a 13 se les asigna una cantidad considerable de páginas y 14 cuentan sólo con una reducida biografía. Entre ellos figuran Jack London, Ernest Hemnigway, Gérard de Nerval, Virginia Woolf, Stefan Zweig, Jorge Cuesta, Yasunari Kawabata, Leopoldo Lugones, Horacio Quiroga y Alfonsina Storni.

No conozco la explicación de la selección de escritores suicidas de Gamboa, pero sí que esta lista se queda corta con el total (y que sin duda seguirá en aumento) del catálogo, en la que figuran literatos suicidas de diversas nacionalidades, edades y métodos, como  los estadounidenses Sylvia Plath (30 años), Anne Sexton (45 años) y William Faulkner (65 años), el colombiano Andrés Caicedo (24 años), el francés Jacques Rigaut (31 años) o el español Ángel Ganivet (33 años).

Este libro no es una simple compilación de información, pues Gamboa, a través de su estilo personal, relata los momentos difíciles y mortales de personalidades que han dejado el legado de su genialidad a través específicamente de sus letras, quienes mediante sus méritos literarios y una insondable sensibilidad y particular visión de la vida, lograron trascender de la simple existencia terrenal.

Transcribo a continuación algunas de las frases memorables de Gamboa en referencia a sus suicidas:

“…uno de los rasgos principales de todo neurótico obsesivo es la necesidad de duda permanente en el terreno afectivo…” P.94

En referencia a Muerte en la tarde de Hemingway: “En este libro sostiene que la muerte es un enemigo del que se puede sacar partido; puede ser nuestra esclava simplemente llamándola en el momento oportuno, pues finalmente se rendirá y nos obedecerá respecto a la hora y lugar que la llamemos.” P.106

Sobre Heinrich von Kleist: “Para ilustrar el estado de ánimo que lo tiene preso después del fracaso de su primer intento poético, escribe una carta: ´Me dio el infierno la mitad de lo que es un talento; el cielo o no lo da o, si lo da, lo da entero.’ En lugar de premio, escribir era un castigo del infierno, una condenación: ‘Logro estar contento punidamente si estoy en compañía de mí mismo: solamente entonces puedo ser sincero.’ P. 133

“Nerval describe cómo es la muerte en Octavie: ‘¿La muerte? Esa palabra no transmite nada sombrío en mi pensamiento. Me parece coronada de rosas pálidas como el fin de una fiesta; he soñado algunas veces… que me decía: Ven, ven a reposar en mis brazos. No soy bella, pero soy buena y caritativa, no doy placer, pero sí la calma eterna.’ P. 152

“Los genios lo son en proporción al costal de traumas que arrastran. O tal vez porque su inteligencia desmesurada reacciona ante los estímulos mucho más retorcidamente que las personas normales, y no serían lo geniales que son si no fuera por lo traumados que están.” P. 187

“Al escribir una de sus mejores obras, Mishima plantea que la creación literaria es un don divino que hace pensar pero margina a los seres pensantes hasta crear un muro entre ellos y la sociedad que, finalmente, ya no es tan suya.” P. 189

Sobre Stefan Zweig: “Las leyes le resultaban demasiado restrictivas, la envidia de los otros le pisaba los talones y es que los despreocupados sólo admiten la envidia de los otros despreocupados, pero no la de los agobiados.” P. 232

“…pero así como critica  Kleist su egoísmo de querer que sus amigos o alguien más se suicide con él, Zweig obliga (no estoy convencida de que la haya obligado, precisamente) a su mujer, años más joven, a suicidarse con él. Veamos lo que Zweig dice de Kleist: ‘Ni los amigos ni las mujeres comprenden esa pasión por una muerte compartida con otra persona: nadie tampoco comprendió nunca sus hipertrofias del entendimiento.’” P. 234

“Amor a primera incongruencia” (Refiriéndose a la relación entre Jorge Cuesta y Guadalupe Marín).

Para finalizar, dejo algunos fragmentos del capítulo final, Comentarios:

Podría ser digno de consideración que varios de ellos  mantenían
correspondencia y eran amigos entre sí (Esenin-Maiakovski,
Cuesta-Torres Bodet, Dazai-Akutawaga, Quiroga-Hemingway,
Quiroga-Lugones); otros se admiraban (cuando Asunción Sila de
entera de la muerte de Nerval, decide seguirlo se mata más tarde).

En el paraíso de los suicidas literatos, que imagino intemporal
 e ingrávido, probablemente se discute y se habla con familiaridad
 y conocimiento probado de amor, locura, muerte, magia y erotismo.
Temas tan viejos como el pensamiento del hombre.

Podríamos imaginar a Alfonsina Storni y Virginia Woolf
 narrando sus acuosas experiencias. A Pavese y Hemingway corrigiéndose
 la plana respecto a Por quién doblan las campanas.

La mejor conclusión será omitir juicios y esperar
a que el propio lector los formule. Tal vez las líneas finales de Pavese
 nos ayuden: “Basta de palabras. Un gesto. No escribiré más.

No hay comentarios:

Publicar un comentario