domingo, 31 de marzo de 2013

Diario de un genio (1952-1964) – Salvador Dalí







Y, si, en esta época de casi-enanos, el colosal escándalo de haber nacido genio nos permite no ser lapidados como perros o no morir de hambre, sólo a dios se lo deberemos.
Salvador Dalí

Reseña personal: Diario de un genio (1952-1964) de Salvador Felipe Jacinto Dalí i Domènech (pintor, grabador y escultor español, 1904-1989) es una autobiografía que reúne poco más de una década de la vida de Dalí en forma de diario personal, tal como el título lo indica. Las entradas no tienen una continuidad establecida y pueden ser desde una o dos líneas hasta páginas completas que describen minuciosamente sus actividades a través del día (incluso las más humanas, las más ordinarias).

Sobre el autor, existe toda una atmósfera de misticismo que lo ha rodeado desde sus primeros años de vida y que seguirá sujeta a su nombre hasta el fin de los días, debido, en parte, a su comportamiento y pensamiento estrafalarios. 

Dalí comenzó en 1922 sus estudios en la Academia de Bellas Artes de San Fernando, por lo que se fue a vivir a la Residencia de Estudiantes de Madrid, donde cohabito con la generación del 27, a la que pertenecieron grandes artistas y escritores españoles como Federico García Lorca, Luis Buñuel, Dámaso Alonso, Guillermo de Torre, Alejandro Casona y Manuel Altolaguirre. 

En 1926 fue expulsado de la Academia debido a su conducta insubordinada y viaja a París, donde conoce a Picasso, quien sería su mentor en los siguientes años y fue cuando empezó a usar el distintivo bigote que llevó hasta sus últimos días y de los cuales se encuentra la explicación en Diario de un genio, pues el mismo Dalí dice que "los bigotes constituyen la constante trágica del rostro del hombre" y, a diferencia de los bigotes del autor alemán Nietzsche, los suyos "no serían deprimentes, catastróficos, colmados de música wagneriana y de brumas. Serían afilados, imperialistas, ultrarracionalistas, y apuntando hacia el cielo.”

En 1929 se unió al grupo de los surrealistas, del que fue expulsado cinco años después por ser sus ideologías políticas opuestas a las del grupo, a lo que Dalí respondió atinadamente: “Yo soy el surrealismo”.

En los años que transcurren en el Diario, Dalí vive con Gala en su casa de Port Lligat, en Cadaqués, Gerona (España). Es una casa amplia que cuenta con un muelle y una pequeña embarcación, perteneciente a Gala. A lo largo del libro podemos encontrar algunos dibujos, imágenes y fotografías de diferentes lugares y personas que, junto con la narración, nos transportan 50 años en el tiempo y nos dan un veredicto más fiel que el recuerdo y la imaginación.

En su Diario habla del 'Método paranóico-crítico', el cual creó en la década de 1950 y con el cual trabajaría a partir de entonces, descrito por él mismo como un método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetividad crítica y sistemática de las asociaciones e interpretaciones de fenómenos delirantes” y del cual André Bretón (líder de los surrealistas) opinó que sería de gran utilidad para cualquier actividad artística. El método consistía en apreciar, interpretar y descifrar acontecimientos y obras artísticas a través de un estado paranoico-objetivo que logra una aproximación más reflexiva y trascendente a la que se había logrado llegar en un estado anímico común, sin perturbaciones mentales.

Para Dalí, “El esnobismo consiste en situarse siempre en lugares a los que los demás no tienen acceso, lo cual crea en éstos un sentimiento de inferioridad.” Con esta afirmación hace referencia a la época en que podía entrar a diversos lugares por diferentes motivos y convivir con gente de ideologías y creencias disimiles a las suyas pero a los que asistía por el simple hecho de decir que estuvo ahí y poder decirlo frente a las personas que jamás tendrían accesos a sitios como esos.

Sobre Freud, por quien sentía una gran admiración y a quien conoció personalmente y consideraba como su padre al estar dentro del grupo de los surrealistas, se refiere a él en su libro de la siguiente manera: “Encasillo a Freud sin la menor vacilación en la categoría de los héroes. Ha desplazado, en el aprecio del pueblo judío, al más grande de sus héroes, el que hasta ahora gozaba de mayor prestigio: Moisés.

Una de mis partes favoritas es la cronología de las manzanas históricas, a saber: “La Manzana Del pecado original de Eva, la manzana anatómica de adán, la manzana estética del juicio de París, la manzana de la afectividad de Guillermo Tell, la manzana de la ley de gravedad de Newton y la manzana estructural de Cézanne.” Ese objeto al que no le había otorgado tal importancia y que se encuentra tan presente en la cultura artística y popular.

En el Diario se refleja la personalidad de Dalí, sus reflexiones y opiniones estéticas y técnicas, su afición por Gala, amistades y relaciones sociales, frases realmente inspiradoras o geniales e incluso fragmentos de un tratado de flatulencias como El arte de tirarse pedos o manual del artillero socarrón por el conde de la trompeta , médico del caballo de bronca, para el uso de persona estreñidas. La lectura se torna amena y placentera gracias a la burla mordaz; y la ironía y honestidad (siempre presentes) son el distintivo de la narrativa.

Para Dalí importa mucho más el ingenio, la creatividad y la fantasía que el intelecto: “La inteligencia no hace sino conducirnos hacia las brumas de los matices del escepticismo, y tiene por objeto principal reducirlos a coeficientes de una incertidumbre gastronómica y supergelatinosa, proustiana (...)

También manifiesta que sueña “con un método para curar todas las enfermedades, cuando menos las psicológicas.” Pero me temo que de haberlo encontrado, hubiera sanado su parte de genio y la alienación que nos legó a través de su arte.

De Dalí no conozco mucho, pero este libro (que por cierto me prestaron) fue un muy buen acercamiento a su obra y en específico a la persona y a todo su universo surrealista. Podría pensarse que Dalí creó un personaje, pero después de leer su diario, me convencí de que Dalí es un personaje de tiempo completo o una persona sumamente singular, pero en cualquier caso, de la que no se puede dar un veredicto u opinión sin conocer más a fondo.

Esta autobiografía nos deja ver la parte más humana del artista y es en cierta forma una conversación íntima con él mismo, un acercamiento profundo a su interior y a su mundo personal, sin duda una invitación a su obra artística y a confrontar las suscitadas opiniones en contraste.

Termino con una atinada frase del escritor británico Geroge Orwell sobre la personalidad de Dalí:

Uno debería ser capaz de conservar en la cabeza simultáneamente las ideas de que Dalí era al mismo tiempo un excelente dibujante y un irritante ser humano. La una no invalida, o efectivamente, no afecta a la otra.”
Sólo objetaría que se puede sustituir la palabra 'irritante' por egocéntrico, narcisista o hedonista, pero en cualquier caso, una conducta que hay que realizar con porte, orgullo y naturalidad, justo como lo hacía Dalí.

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